El Ayuntamiento de Málaga, me concedió el premio a la mejor labor musical del año, que me fue entregado en el teatro Cervantes, de manos de su Alcalde Pedro Aparicio, al final de una representación del Mesías.
En El Teatro Cervantes, hicieron una exposición de fotografías de mi trabajo, exquisitamente ilustradas con fotografías de María Testa y poemas de Mario Virgilio, Con el título “José Angel Chacón, Poética de un Luthier”. Fue algo que no lo esperaba, y que no olvidaré nunca.
A partir de aquí y superados los dos años que el INEM subvenciona, seguimos con nuestra actividad, con mi hijo y la mayoría de los alumnos sin ninguna remuneración económica.
Fue entonces cuando ocurrió el acontecimiento que podría haber tenido alguna repercusión en Málaga. A una Escuela del sur de Italia, le concedieron una subvención para practicar en La Escuela de Lutheria Malagueña, dentro del programa “Leonardo” de intercambio europeo, en cuya gestión tuve que participar como director de una Escuela que ya no existía, pero que figuraba en dicho programa europeo. Durante un mes, estuvieron con nosotros el director, dos monitores y doce alumnos. Mi hijo y yo hicimos de intérpretes y los alumnos italianos, desde el principio, se quedaron admirados del nivel y entusiasmo de los nuestros. Hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance para que la estancia de este grupo fuese lo más agradable dentro de nuestro ambiente malagueño, y creo sinceramente que lo conseguimos. Pero faltó, no solo publicidad, faltó la presencia de alguna autoridad local, tanto en el recibimiento como en la clausura, que hubiese dado un carácter oficial a un evento de nivel europeo, que no supieron ver. Faltó la ayuda y apoyo que habíamos tenido meses atrás, para conseguir algo, que oficialmente ya no tenía sentido para los nuevos gestores.
Las elecciones municipales habían cambiado el Equipo de Gobierno y en su nuevo programa no entraba el proyecto de Escuela, ni siquiera alguna predisposición a discutirlo. Solo nos autorizaron a utilizar el local de Escuela para atender al grupo italiano.
La continuidad de las ideas, proyectos e ilusiones, con reconocimientos entre profesionales de la Lutheria a nivel nacional y en distintas publicaciones, ante la realidad de dos años de trabajo con brillantes resultados, expuestos en Málaga, Soria, Sevilla y Utrera, no debería depender de ningún cambio político, como ocurrió en este caso.
Con motivo de la exposición que hicimos en la Casa de Murillo de Sevilla, el ABC local escribió un articulo, que titulaba “La única escuela de lutheria existente en Andalucía podría desaparecer en breve” . Posiblemente, el contenido de dicho artículo, sirvió para que el nuevo Ayuntamiento apoyase otra Escuelas Taller, en esta ocasión dirigida por mi hijo, aprovechando la aptitud favorable del INEM hacia esta especialidad, que había dado tanto prestigio a esta institución, como así lo reconocían las autoridades de Madrid, antes de que pasasen sus competencias a La Junta de Andalucía.
Truncado el camino que tanto tiempo, trabajo y sacrificio nos había costado encausar en Málaga, acepté la propuesta que me hizo la Consejería de Trabajo de la Junta de Andalucía, para ampliar con la lutheria la Escuela de Artesanos “Della Robbia” de Gelves en Sevilla, sin dejar de colaborar con mi hijo en Málaga, en otros dos proyectos que él llevo a cabo con magníficos resultados, en esta ocasión solicitados desde el Ayuntamiento por nuestro Alcalde Francisco de la Torre.
En Sevilla estuve hasta los 67 años, dos años después de la edad de jubilación. De esa época sevillana, recordaré siempre, los Cursos Especiales que hice, con personas mayores, la exposición de Lutheria en un palacio de Zaragoza, y los dos Cursos de Lutheria que di en el Conservatorio de esa ciudad. De todo el trabajo que pude realizar, queda en mi memoria el Primer Concurso Nacional de Lutheria “José Contreras”, que se llevó a cabo, gracias a una labor de equipo ejemplar. Contribuyó nuestra directora Pilar Flores, para conseguir la escasa financiación que tuvimos de la Delegación Provincial de trabajo e Industria, que se completó con la aportación de las inscripciones y el trabajo de los alumnos en la construcción de vitrinas, pero la más efectiva colaboración, la tuve con mi colega Carmen Rojas, que se volcó en el proyecto desde el principio hasta el final, y entre los dos pudimos salvar todas las dificultades que se nos fueron presentando, que no fueron pocas. Meritoria también, la colaboración de mi otro colega Jesús Alcántara, en el diseño del cartel y de las medallas que se entregaron como premio a los ganadores.
Como en todas las actividades de divulgación de la Lutheria , en esta ocasión también tuvimos la magnífica colaboración de Ramón Pinto Comas, él se encargo de conseguir un jurado de lujo para este primer concurso, formado por profesionales de reconocido prestigio internacional. De Italia vino Gian B. Morassi, Antonio Capella de Portugal y él mismo junto a José L. Romanillos de España Entre ellos fui nombrado Presidente, con voz y sin voto, como era lo habitual en este cargo, ya que se presentaban algunos alumnos míos.
La Delegada Provincial de Trabajo e Industria, que nos ayudó en el proyecto, nos prometió que el Concurso “José Contreras”, tendría continuidad cada dos años, pero al año siguiente dejó el cargo y la promesa se fue con ella, y una vez más se tiró a la papelera política, el esfuerzo y trabajo de un equipo de profesionales, y se perdió la oportunidad de honrar el recuerdo del más grande luthier español, de todos los tiempos, el granadino José Contreras.
La lutheria, aún sufriría otra decisión política, al no encajar dentro de los nuevos programas de La Escuela de Artesanos en Gelves. En los cinco años que estuve allí, como maestro luthier, conocí a tres directores con distintas directrices de La Junta , para adaptar la formación a la demanda de empleo.
Antes de jubilarme ya sabía que la Lutheria no iba bien con los planes de empleo, ya habían decidido, a mi jubilación, cambiarla por “ebanistería”, oficio con más posibilidades de empleo y con una formación, la suficiente, para cubrir las necesidades de la industria del mueble de consumo.
Con el segundo Director se produjeron los cambios. A petición suya hice el plano y distribución del nuevo edificio dedicado a la ebanistería, que se llevo a cabo con muy pocos cambios en el proyecto definitivo, y como recuerdo de lo que hicimos, ¡y de lo que podíamos haber hecho!, en aquella Escuela sevillana de Gelves, guardo con cariño en mi taller, el magnífico cuadro de cerámica que hicieron y me entregaron en una comida de adioses hacia mi jubilación, el director y mis compañeros de allí.