Mi primer viaje

En mi primer viaje, hice un recorrido entre Biella, Cremona, Milán y Turín, y pude comprobar que se podía vivir construyendo modelos para la fundición o restaurando muebles antiguos. Aunque esta no era mi meta, sí podía ser el medio, como así fue. A principio de los setenta, y resuelto todo el problema residencial, monté mi taller como luthier. Por entonces no pertenecíamos a la Comunidad Europea.
Mi primer violín, el mismo que los de Málaga, al saber que lo había hecho yo, llamaron un mueble bien hecho, me lo compró un violinista de Turín al que le gustó el sonido. Aquel fue mi primer modesto triunfo en la lutheria, ¡Cuánto me gustaría tener ese violín, para exponerlo con una etiqueta que dijese: Mueble Barroco del siglo XX!
En los primeros años, salí adelante con restauraciones de muebles antiguos, trabajo bien pagado en aquella zona, y algunas restauraciones que, con pies de plomo, fui realizando en diversos instrumentos. Esta decisión me obligó a recabar datos de donde podía, nunca hice nada a ciegas en mi trabajo durante toda mi vida y así, mis conocimientos se fueron enriqueciendo durante años de investigación, desde mis principios como autodidacta.

taller escuela de lutheria chacon
Jose Angel Chacon Tenllado

Poco a poco fui descubriendo en el desarrollo de mi trabajo, que casi todo el proceso constructivo que yo aplicaba de forma intuitiva, formaba parte de la más pura tradición, sintiendo por ello una gran satisfacción, al mismo tiempo que lamentaba el haber tenido que inventar o descubrir lo que ya estaba inventado y descubierto, por falta de Escuelas o Maestros abiertos a la enseñanza.

En la primera trienal Internacional que se celebró en Cremona, el 1976, con el nombre de Antonio Stradivario, participé con un violín y una viola, y fui el primer español admitido y diplomado en este prestigioso concurso. Después participé, con los mismos resultados, en las tres siguientes trienales de 1979, 1982, y 1985, con violonchelo las dos primeras y con un contrabajo la última.
A partir de la primera trienal, se acabaron las restauraciones de muebles y modelos de fundición, y también las hormas que hice para el calzado, a un zapatero de fama internacional que colaboraba con un traumatólogo de Turín.
Fue uno de los mejores artesanos que conocí en Italia, al que enseñé a construirse sus hormas.
No me faltó trabajo como luthier, y mi nombre desde Biella, empezó a ser conocido como constructor y restaurador, entre músicos de la RAI de Turín y Milán, en Orquestas de los Teatros Regio de Turín o de La Scala en Milán, y en Conservatorios de estas ciudades y de Alesandria, así como del Instituto Lorenzo Perossi de Biella. Todas estas Orquestas y Conservatorios están muy relacionadas entre sí, a través de Catedráticos, Profesores e Instrumentistas.