Un relato con tintes autobiográficos donde se desgranan una a una las circunstancias que llevaron a Don José Angel Chacón a gestar la escuela.
Reflexiones sobre un oficio cargado de mitos, de bases infundadas y conclusiones pseudocientíficas que se entremezclan con las inquietudes personales de aquel que, consciente de lo vivido, tomó la decisión de convertirse en luthier.
… con veintitrés años, se puede comprender que me sintiese capaz de afrontar, dentro de la lutheria, la construcción de cualquier instrumento musical …
Un relato maduro, no exento de polémica, donde se ponen en entredicho algunas de las bases aceptadas por gran parte de los profesionales de la lutheria.
Conclusiones reveladoras que se aderezan con el anecdotario del que las ha alcanzado y que son fruto de el análisis sensato y pausado del que ha dedicado su vida al oficio.
En cuanto al barniz de misteriosos componentes, al parecer, lo elaboraba un droguero de entonces y siempre estuvo al alcance de todos los oficios relacionados con la madera. En el Ayuntamiento de Cremona existen muebles barnizados con el mismo barniz incoloro.
Sinceramente, sin ánimo de rebajarle valor a ninguna artesanía y con el máximo respeto a la igualdad de derechos del artesano, y partiendo de las diferentes dificultades e imprescindibles conocimientos, podemos ver que la fabricación de un cencerro, está bastante mejor definido en sus distintas etapas de realización, que la fabricación de un violín, por poner un ejemplo.
Tras su lectura, uno parte con la idea de que don José Angel no tuvo otra alternativa que crear en España una escuela de luthería, pero habría mil formas de hacerlo, él la entendió como la entrega altruista, no como un fin en si misma, sino como el medio de elevar la profesion al mismo nivel que otras disciplinas.